Cabe indicar que este dato fue tomado antes del inicio del confinamiento originado por la pandemia a nivel mundial, donde ya existían 243 millones de mujeres y niñas víctimas de violencia física o sexual en manos de su propia pareja o por miembros de su entorno familiar.
Según datos del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), América Latina y el Caribe registraba ya, antes de marzo del 2020, un alto índice de violencia contra la infancia, la cual afectaba a casi el 75% de niños entre 3 y 4 años de edad, La mitad de estas agresiones eran violencia física, seguidas de agresión sexual.
Para la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), las restricciones de movilidad, generadas por el confinamiento obligatorio, han producido una una crisis económica sin precedentes, que ha incrementado el riesgo de millones de mujeres y niños de caer en manos de redes de trata de personas.
La Oficina Internacional de Trabajo (OIT) calcula que existen en el mundo más de 40 millones de seres humanos víctimas de trata de personas. Esta organización señala que, incluso antes de la pandemia, la mayoría de las víctimas de trata eran mujeres (70%), de las cuales el 30% eran menores de edad.
La organización internacional sueca Save The Children señala que aproximadamente 120 millones de niñas alrededor del mundo han sufrido algún tipo de violencia sexual antes de cumplir los 20 años de edad.
Para la Policía internacional (Interpol), la principal consecuencia que ha originado el confinamiento en el mundo debido a la pandemia fue el incremento exponencial de intercambio de material de abuso sexual de menores de edad (intercambio de material de pornografía infantil) mediante el uso de programas Peer to Peer (P2P). Paralelamente, el número de denuncias por canales formales se redujo a casi sólo el 15%. Uno de los motivos fue que, además de no estar activos los canales formales para la denuncia (comisarías u oficinas fiscales cerradas), muchos agentes que investigaban delitos de abuso y explotación sexual fueron reasignados a otras áreas. Incluso, en muchos países, los procesos judiciales se vieron detenidos por más de tres a cuatro meses.
Para la Red Peruana contra la Pornografía Infantil (RCPI-Perú), el aumento de casi 300% de las denuncias por ciberacoso (child-grooming) y abuso sexual infantil se habría debido al encierro obligatorio y al incremento en el uso de las nuevas TIC por parte de los niños a muy temprana edad. La cuarentena impuesta por los Estados debido a la pandemia facilitó e intensificó todo tipo de violencia contra las mujeres y menores de edad en el hogar.
Según informes del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP), el acceso a servicios de ayuda, prevención y protección de la violencia de género se tornó más difícil, al no haber sido considerados como servicios esenciales. Desde el inicio de la cuarentena, el 16 de marzo, hasta el 31 de agosto del 2020, los Equipos Itinerantes de Urgencia del MIMP atendieron casi 14,500 casos de violencia contra la mujer. En el año 2020 se registraron casi 18,500 casos, de los cuales casi 2,700 fueron por violencia sexual y 8,500 por violencia física. Las regiones más golpeadas por esta violencia en el entorno familiar fueron Cusco (2,494), Junín (2,067), Lima Metropolitana (1,522), Huánuco (1,337) y Ancash (1,199).
Para la Red Peruana contra la Pornografía Infantil (RCPI-Perú), el incremento en el uso masivo del servicio de Internet mediante aplicativos móviles, tablets y computadoras personales generó un aumento exponencial de formas diversas de abuso, agresión y explotación sexual, principalmente en usuarios menores de edad. Estos delitos, de características muy complejas debido primordialmente por el modo y la forma cómo vienen siendo ejecutados, han dificultado el trabajo de los agentes del estado encargados de su persecución y sanción. En la mayor parte de casos, donde las víctimas fueron menores de edad, éstas se encontraban en un lugar muy distinto al de sus agresores, los cuales muchas veces se conectaban desde lugares muy lejanos, incluso países distintos al de su víctima.
El también incremento en el uso de aplicaciones de redes sociales, tales como Facebook, tik-tok, instagram y whatsapp, necesarias para la interacción entre los menores de edad con sus compañeros de colegio o familiares, facilitó el acceso de los abusadores y agresores sexuales a la información personal de sus víctimas. Muchos niños tuvieron que utilizar aparatos tecnológicos a muy temprana edad, para los que psicológicamente aún no estaban preparados, lo que los puso y los sigue poniendo en un serio riesgo.
Durante las restricciones, los tratantes y agresores sexuales tuvieron mayor control sobre sus víctimas. El poder que ejercían sobre ellas aumentó, lo que generó que el temor a denunciar se incremente.
En México, durante la pandemia, las denuncias por delitos y crímenes comunes se vieron reducidas en un 10%. En el caso de las denuncias por delitos de alto impacto, éstas se redujeron a sólo un 33% en comparación con las cifras del año anterior. Sin embargo, las denuncias por delitos de orden sexual reportaron un incremento de casi un 60% con relación al año anterior. Según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública de México, durante el confinamiento en el año 2020 se reportaron un promedio de 46 violaciones al día, cifra que no contempla acosos, abusos u otro tipo de crímenes sexuales. No obstante, en los meses de enero a marzo del año 2021, el número de violaciones sexuales promedio por día llegó a 53. Un dato a resaltar es que, la Red Nacional de Refugios de México informó que del total de víctimas que dicha organización atendió, más del 70% de ellas reportó haber sido víctima de violencia dentro de su hogar.
En Uganda, el impacto de la pandemia no sólo trajo un incremento mayor a la tasa de pobreza y pobreza extrema, sino también el incremento en el número de agresiones sexuales, embarazos adolescentes y contagio del VIH. Más del 50% de mujeres, principalmente menores de edad, sufrieron agresiones sexuales durante el confinamiento. Estas víctimas no pudieron recibir asistencia posterior por la que en su mayoría contrajeron enfermedades de transmisión sexual y/o quedaron embarazadas.
En Francia, la tasa de violencia doméstica aumentó en un 30% desde el inicio del confinamiento, igual que en Chipre.
En Argentina, las llamadas a centros de ayuda y apoyo contra la violencia doméstica aumentaron en un 25% con respecto a años anteriores.
No obstante, existen países como Chile e Italia, donde lejos de incrementarse el número de llamadas para la denuncia de violencia física o sexual, éstas se redujeron. Pero ello no debe ser visto como una buena noticia, pues la realidad demostró que el abuso y violencia sexual se había incrementado. Ello se conoció luego de que se pudieran reabrir los canales formales y oficiales para la denuncia. Y es que convivir con el agresor genera un temor paralizante que no permite a la víctima pedir auxilio.
Estudios de entidades como la Fundación Confianza de Chile, mostraron como sólo cerca del 50% de personas adultas que habían sufrido algún tipo o forma de agresión sexual en su infancia o durante su adolescencia, lo habían reportado. Para el Observatorio de la niñez y adolescencia de dicho país, existiría una cifra oculta, negra, y que las cifras que conocemos son sólo la punta del iceberg, pues aquellas agresiones sexuales que no se denuncian lograrían llegar al 70% de los casos.
Aquí cabría preguntarnos si fue la pandemia la que en verdad provocó el aumento del abuso y la explotación sexual o sólo lo hizo más visible.
FUENTE:
Mg. Dimitri N. Senmache Artola
Presidente
Red Peruana contra la Pornografía Infantil
senmache@gmail.com
twitter: @senmache
www.SegurosEnInternet.org
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