miércoles, 2 de diciembre de 2009

IMPACTO PSICOLÒGICO EN MUJERES VÌCTIMAS DE VIOLENCIA CONYUGAL EN EL MUNICIPIO DE GACHETÁ

28 24 IMPACTO PSICOLÒGICO EN MUJERES VÌCTIMAS DE VIOLENCIA CONYUGAL EN EL MUNICIPIO DE GACHETÁ ANA IMELDA ALFONSO URREGO TATIANA CABRERA BADILLO CIRIA ESTHER PERPIÑÁN DURÁN COLOMBIA


ANA IMELDA ALFONSO URREGO

TATIANA CABRERA BADILLO

CIRIA ESTHER PERPIÑÁN DURÁN

Resumen

La presente investigación tuvo como objetivo identificar las características del Impacto Psicológico que presentan seis mujeres víctimas de violencia conyugal que denunciaron el delito y hubo sentencia en el año 2008 en el municipio de Gachetà. Se trata de un estudio cualitativo de tipo descriptivo. Se encontró que entre los daños generados por la violencia conyugal; el daño psicológico es el que genera mayor impacto negativo en el bienestar integral de las víctimas, lesionando su integridad psíquica y limitando su capacidad de desempeño en las diferentes áreas.

Palabras clave: Violencia, maltrato conyugal, lesión psicológica, secuela psicológica, rasgos de personalidad.

Abstract

The present investigation had as objective to identify the characteristics of the Psychological Impact that six women victims of married violence that denounced the crime present and there was sentence in the year 2008 in the municipality of Gachetà. It is a qualitative study of descriptive type. It was found that among the damages generated by the married violence; the psychological damage is the one that generates bigger negative impact in the integral well-being of the victims, injuring its psychic integrity and limiting its acting capacity in the different areas.

Keys words: Violence, married abuse, psychological lesion, psychological sequel, features of personality

La violencia contra la mujer, en especial por parte del cónyuge o compañero permanente, se puede considerar un problema prioritario en salud pública, y debido a su magnitud, gravedad tanto en términos físicos como psicológicos genera grandes costos de atención. No sólo genera daños en las mujeres víctimas, sino que también implica riesgos para los hijos.

La violencia domestica aparece como una causa significativa de discapacidad y muerte entre mujeres en edad reproductiva; además de heridas, hematomas, fracturas, pérdida de capacidad auditiva, enfermedades de transmisión sexual, abortos; las mujeres víctimas de la violencia pueden padecer estrés crónico, trastornos sexuales, depresión, fobias, miedos prolongados; y también se caracterizan por tener una baja autoestima, que afecta directamente su comportamiento, su productividad en el trabajo, sus habilidades para protegerse y denunciar el caso (Sharder y Sagot, 1998).

La prevalencia significativa de la violencia intrafamiliar, además de ser un problema de salud (física y mental), constituye obstáculo para el desarrollo socioeconómico y una violación flagrante a los derechos humanos (Sharder y Sagot, 1998).

En Colombia, la primera causa de mortalidad en mujeres de 15 a 44 años es la violencia intrafamiliar o callejera. En la mayoría de los casos se registran las lesiones pero sin tener en cuenta cómo se producen, así mismo el maltrato psicológico, no esta sujeto a reporte epidemiológico.

De acuerdo con las estadísticas de Medicina legal en 1997 se registraron 147 homicidios por violencia doméstica, en Colombia; de ellos el 57% correspondía a mujeres.

Según los datos de la Encuesta Nacional de Demografía y salud, realizada por Profamilia en 1995, una (1) de cada cinco (5) mujeres actualmente unidas ha sido golpeada, 19% por el cónyuge; del total de estas mujeres golpeadas por el cónyuge, sólo el 27% ha denunciado el hecho ante las autoridades.

Según reportes del CAVIF Centro de Atención a Víctimas de Violencia Intrafamiliar en el año 2008 y parte del 2009, el genero que denuncia es el masculino con un 12% y femenino el 87% y el mas denunciado es el masculino con un 86% y el femenino 39%.

Dentro del análisis de la violencia intrafamiliar como realidad presente desde hace mucho tiempo y la cual a pesar de la normatividad vigente, aún en nuestro país no hay una política sólida de prevención y atención que permita el desarrollo de actitudes, aptitudes y competencias en la familia que faciliten la reducción de los índices de incidencia.

Para formular una política que genere impacto en la disminución de los índices de violencia contra la mujer, implica un análisis profundo del fenómeno, para comprender los factores de mantenimiento y el daño psicológico que este genera sobre las víctimas, al igual que los efectos como lesiones y secuelas en salud mental de los demás integrantes de la familia, especialmente de los niños, niñas y adolescentes, quienes por sus condiciones de desarrollo son altamente vulnerables.

A pesar de que el maltrato conyugal, es una constante en las diferentes zonas del país, las características y la idiosincrasia de cada región permiten identificar diferencias, que es importante tener en cuenta a la hora de diseñar estrategias efectivas de intervención.

El Municipio de Gachetà es la cabecera de provincia, donde se encuentran ubicados los centros de atención de las diferentes instituciones (ICBF, Fiscalía, juzgados, Hospital) que hacen presencia en la región y prestan sus diferentes servicios a las familias. A pesar de lo anterior, la realidad socio familiar del municipio es muy similar a la de los demás; hasta el momento no hay estadísticas, ni se han desarrollado investigaciones que permitan un diagnóstico cercano al problema de la violencia intrafamiliar en sus diferentes manifestaciones, y la cual tiene un alto nivel de incidencia en todos los municipios de la región.

Por consiguiente la violencia intrafamiliar y dentro de ésta, la violencia conyugal deja víctimas en el municipio y en la región, lo que amerita la necesidad de buscar la verdad acerca de la experiencia, con el objetivo de contribuir a disminuir la victimización e incidir en el diseño de estrategias de intervención acordes con sus necesidades.

La información de esta investigación se obtuvo mediante la aplicación de una entrevista semiestructurada para Mujeres Víctimas de Maltrato Conyugal diseñada por las investigadoras (Alfonso, Cabrera, Perpiñán, 2009), el Inventario Clínico Multiaxial de MILLON-II, y el Inventario de Evaluación de Maltrato a la Mujer por su Pareja (APCM).

El análisis de los datos se realizó mediante un estudio descriptivo, utilizando la frecuencia para establecer el comportamiento del grupo en las variables a estudiar como son la violencia conyugal, lesión psicológica y secuela.

En relación con las causas asociadas a la violencia conyugal se encontró, como lo sugiere Sanmartín (2003), éste es un fenómeno multicausal, con respecto a las víctimas se encuentran factores sociales como la carencia de apoyo social e institucional; factores familiares, como la estructura vertical, el estereotipo de los roles de género, y el poco grado de autonomía personal.

En relación al estereotipo de los roles de género, se encontró que la mujer debe asumir la mayoría de las responsabilidades en el proceso de crianza de los hijos, al igual que las labores cotidianas de la casa, en muchas ocasiones negándole la oportunidad de realizar actividades para obtener una remuneración económica. Por consiguiente las mujeres permanecen todo el tiempo en la casa, sujetas a la autoridad del hombre; siendo víctimas de una amplia variedad de formas de maltrato, principalmente de tipo psicológico, como amenazas, utiliza juegos e ironías para confundirla, acusarla de estar perdiendo la razón, utilizar los celos para justificar las acciones, sin posibilidades de autonomía para tomar decisiones (Arina 1999); lo que conduce a experimentar sentimientos de dolor, tristeza, rabia, angustia e impotencia.

Por su parte las mujeres que trabajan, ya sea de manera independiente o como empleadas, son víctimas de agresiones psicológicas asociadas a sus actividades, acusándolas de infidelidad y negligencia (putas, vagabundas) por permanecer fuera de la casa, y tampoco reciben de sus compañeros o esposos apoyo en las actividades cotidianas y de crianza de los hijos; situación que hace que ellas se sientan solas asumiendo muchas responsabilidades, lo que a su vez les genera altos niveles de estrés, que afectan negativamente tanto su salud física, como su equilibrio emocional.

La percepción de falta de apoyo institucional y la victimización secundaria es otro factor que se encontró como relevante; percibiéndose falta de claridad respecto a sus propias competencias y desconocimiento de las competencias de otras, lo que hace que las víctimas sean enviadas de una institución a otra, argumentando incompetencia y sin brindar una orientación clara sobre la ruta de atención, lo que unido a la falta de espacios adecuados para la prestación del servicio, la poca calidad profesional y humana de los servidores públicos responsables de los procesos; no facilita en las víctimas un clima de confianza y seguridad, sino que por el contrario incrementa sus niveles de ansiedad, angustia e impotencia; situaciones que los agresores utilizan para afianzar su grado de control sobre sus víctimas.

Todas las participantes en el estudio, coinciden en afirmar que la denuncia que motivó la intervención institucional no resolvió definitivamente el problema, en algunas ocasiones el maltrato físico cesó, pero el maltrato psicológico se sigue presentando aún en los casos de separación. Las mujeres perciben que las instituciones (fiscalía, policía, ICBF, comisaría de familia), son incapaces de ayudarles a resolver la situación lo cual agrava sus sentimientos de impotencia, y en ocasiones incrementa el maltrato psicológico por parte del agresor a través de expresiones como: “si ve que no me hicieron nada”, ¿que logró con denunciar?, “vaya denúncieme otra vez y verá lo que le pasa”.

Otras variables a evaluar son la etapa de la relación en la que se inician los hechos de maltrato, la frecuencia de ocurrencia y el tiempo de exposición. En relación con la etapa de ocurrencia se encontró que en algunos casos se inician desde el noviazgo, pero principalmente desde el comienzo de la etapa de convivencia, con una frecuencia de ocurrencia semanal y con periodos de exposición prolongados; lo que es coherente con lo expuesto por Echeburúa (2000), quien afirma que el maltrato doméstico en la pareja comienza normalmente desde el inicio de la relación y va aumentando tanto de frecuencia como de intensidad con el paso del tiempo, puede tomar diversas formas y tener diferentes niveles de gravedad (Corsi 1994).

En este sentido se encontró que el tiempo promedio de tolerancia al maltrato, en las mujeres evaluadas fue de 9,3 años; a partir de los cuales las víctimas, cansadas y muy afectadas por los hechos (teoría de la indefensión aprendida), inician acciones encaminadas a buscar ayuda que contribuya a resolver el problema. Es importante destacar que en todos los casos evaluados la decisión de buscar ayuda (mediante la denuncia) no fue una decisión personal, sino que estuvo mediada por la intervención de la policía, o por el médico que realiza la respectiva valoración; quienes motivan a las mujeres a acceder a las medidas de protección establecidas (ley 294 de 1996). Esta realidad es coherente con los resultados de la encuesta de demografía y salud de profamilia, en la que se evidencia que solamente un 22% de las mujeres maltratadas denuncian, y con el estudio de Rubio y Cols. (2003), el cual muestra que 56% de las víctimas recibieron motivación para acudir a denunciar ante las autoridades.

El inicio temprano de la violencia conyugal, la frecuencia de los hechos y los prolongados tiempos de exposición son variables fundamentales que permiten comprender mejor el daño psicológico generado en las víctimas y la presencia de secuelas irreversibles sobre las que profundizaremos más adelante

Entre las comunidades es frecuente afirmar que muchas mujeres no denuncian por desconocimiento de las alternativas de protección establecidas en la legislación colombiana, pero a partir del presente estudio, se encontró que entre las razones fundamentales que impiden la denuncia y permiten que se prolongue el maltrato por muchos años, como lo plantea Arina, (1999) se encuentran los siguientes factores:

Miedo a que se incremente la violencia: Se presentan amenazas de parte del agresor, de utilizar mayor grado de violencia, matarla, sacarla de la casa, quitarle la custodia de los hijos, hacerla sentir culpable de lo que les pase, utilizándolos para enviarle mensajes y hostigarla

Falta de efectividad de la intervención institucional: Las víctimas perciben que los procesos duran mucho, y que mientras éste se desarrolla que va a pasar, no hay pruebas contundentes para condenar al agresor; aspecto que tiene relevancia especialmente en relación al maltrato Psicológico; teniendo en cuenta que este no deja huellas que puedan demostrar su existencia, para fijar incapacidad y exigir la reparación de daños ( Ley 975 de 2005). Es aquí donde el peritaje psicológico para evaluar adecuadamente lesiones y secuelas en las víctimas se convierte en un elemento fundamental para la administración de justicia.

Baja Autoestima: La cual está asociada a dependencia afectiva (Castelló 2003) y económica, sentimientos de soledad, percepción de incapacidad para asumir la responsabilidad de los hijos, sentimientos de culpabilidad, déficit en toma de decisiones y resolución de conflictos.

Al hacer referencia a la baja autoestima, uno de los principales interrogantes que surgen frente a las víctima evaluadas es ¿ésta es un factor de riesgo que permite la tolerancia de la violencia conyugal o es una de las lesiones psicológicas generadas por la exposición a los hechos de violencia? Para autores como Pynoss, Sorenson y Etinberg (1993), Echeburúa (1997), Arina (1999), Esbec (2000) y Labrador, Paz, De Luis y Fernández (2004), la baja autoestima es una consecuencia de la violencia vivida, o un síntoma de la presencia de daño psíquico; sin embargo para McCubbin y Fgley (1997), y Echeburúa y Corral (2002), la baja autoestima es un factor de riesgo que facilita la probabilidad de ocurrencia y/o la cronificación de la violencia conyugal.

A partir de los resultados del presente estudio; la baja autoestima aparece fundamentalmente en las víctimas cono una lesión psicológica generada por la prolongada y frecuente exposición a la violencia por parte de la pareja, la cual generó progresivamente en las mujeres pérdida significativa del auto concepto, e incapacidad para la identificación y ejecución de alternativas de solución a la situación

Sistema de valores y creencias: Para las mujeres evaluadas estos desempeñaron un papel fundamental como limitantes frente a la toma de decisiones para buscar ayuda y/o terminar la relación maltratante, y entre los que aparecen más significativos: Sobrevaloración de la estructura nuclear de la familia (no quiero criar a mis hijos sin su padre, quiero que tengan una familia); superioridad del hombre sobre la mujer (sometimiento a la autoridad y exigencias del esposo o compañero); creencias religiosas ( el matrimonio es para toda la vida); sacrificarse por el bien de los hijos (sólo estoy con él por el bien de mis hijos).

En relación con el tipo de maltrato experimentado por las víctimas se encontró, que se presenta de tipo Psicológico, físico, económico y sexual; siendo el psicológico el más significativo de acuerdo con los resultados obtenidos de la aplicación de la entrevista y del Inventario de Evaluación de Maltrato a la Mujer por su Pareja (APCM). En el grupo de ítems que evalúan el maltrato psicológico por parte de la pareja, se encontró que la mitad del grupo obtuvo puntajes por encima de la media.

En el maltrato psicológico las conductas más utilizadas por los agresores hacia las víctimas fueron insultos humillación, y amenazas lo que unido a la violencia física expresada principalmente mediante patadas bofetadas y estrangulamientos, generaron sentimientos de dolor, tristeza, rabia, angustia e impotencia; elementos que a medida que se hacen crónicas van lesionando de manera significativa la integridad psicológica de las mujeres, destruyendo el yo, su identidad individual, que las incapacita para tomar decisiones y resolver conflictos de manera asertiva y proyectarse como persona; cayendo en una ambivalencia afectiva (amor vs golpes).

Las secuelas psicológicas podría comprenderse mejor a partir de las afirmaciones hechas por las víctimas respecto a su estado anterior, en el que manifiestan que antes de la ocurrencia de estos hechos no eran así, destacando especialmente una imagen positiva de sí mismas, su capacidad de proyección personal, la calidad de las relaciones sociales y con la familia extensa, el interés y dinamismo en el desarrollo de sus actividades laborales y domésticas. Expresiones como las siguientes son reflejo del daño psicológico (lesiones y secuelas) actual: “Realmente no se que es lo que me pasa, yo no era así, ahora mes siento que no valgo, mes siento sola, me he quedado sin amigas, me he alejado de mi familia, me siento triste aburrida, decepcionada, fracasada, sin salida, sin ganas de luchar, no se que hacer, no se porque no he podido salir de esta situación aunque yo se que no me conviene no me esta generando nada positivo”. Esta realidad es coherente con la teoría de la indefensión aprendida, sobre la que se fundamente el síndrome de la mujer maltratada propuesto por (Walker, 1989).

En este sentido todas las víctimas evaluadas, coinciden en reconocer, que la experiencia de maltrato vivido de parte de su pareja ha generado cambios significativos en su vida, respecto a su propia valoración personal, a las relaciones con los demás y con el entorno; destacando que los daños son graves tanto para ellas como para sus hijos.

En relación con los daños Psicológicos (Esbec ,2000), presentes en las víctimas evaluadas se encuentran: a) Sentimientos negativos: humillación, vergüenza, ira, impotencia, b) preocupación constante por el trauma, con tendencia a revivir el suceso, c) Perdida progresiva de auto-confianza, como consecuencia de los sentimientos de indefensión e impotencia experimentados, d) Disminución de la autoestima, e) Falta de interés y concentración hacia todas aquellas actividades anteriormente gratificantes, f) Modificaciones de las relaciones (dependencia emocional aislamiento), g) Alteraciones del ritmo y contenido del sueño, h) Depresión, y Ansiedad.

Según Green (1990), citado por (Echeburùa y cols. 2001), lo que genera habitualmente daño psicológico suele ser la amenaza a la propia vida, o a la integridad psicológica; aspecto que se evidencia de manera significativa en el grupo de mujeres, donde todas afirmaron experimentar miedo intenso, por sentir que su vida estaba en peligro; lo que se ve reflejado en que este fue el hecho que recuerdan como más traumático y así también lo reflejan las puntuaciones obtenidas en el APCM.

Los resultados obtenidos en la aplicación del Inventario Clínico Multiaxial de MILLON-II, a las mujeres evaluadas, arroja información sobre rasgos de personalidad que llaman la atención en el grupo, entre los que se destacan: compulsiva, delirante, paranoide, narcisita, ezquizotipica, dependiente, histrionica, sádica, e hipomania. En este sentido la OMS (2002), afirma que la secuela Psíquica mas frecuente en las víctimas de delitos violentos, es la Transformación permanente de la personalidad, que conduce a la aparición de rasgos de personalidad nuevos, de carácter estable y desadaptativos, que se mantienen al menos durante dos años. Por consiguiente el prolongado tiempo de exposición al maltrato y la gravedad de los daños observados en las víctimas, podrían considerarse como una secuela psicológica, la cual como lo afirma (Esbec, 2000) no es susceptible de mejoría en un período de tiempo razonable ni con tratamiento ni de forma espontanea.

Lo expuesto anteriormente conduce a varias consideraciones respecto a la relación que puede existir entre los rasgos de personalidad y la violencia conyugal; las que se abordarán a continuación.

El primer aspecto a considerar es: ¿Los rasgos de personalidad encontrados en las mujeres, y que indican un grado de patología, podrían considerarse como lesiones o secuelas de los hechos de violencia conyugal?; o más bien ¿los rasgos de personalidad son factores de vulnerabilidad, que predisponen a las mujeres para ser víctimas de maltrato y no facilitan el desarrollo de habilidades o recursos personales que les ayuden a protegerse?. Frente a estos interrogantes, partiendo de estudios anteriores y de acuerdo con la información obtenida mediante el estudio de las víctimas, se podría afirmar que ambos pueden brindar elementos que contribuyan a una mayor comprensión de la dinámica de la violencia conyugal; aunque son aspectos que aún requieren de mucha investigación.

Por otra parte , de acuerdo con las investigaciones realizadas (Patrò y cols 2007) y la evaluación realizada a las víctimas se puede afirmar que los rasgos de personalidad, estén relacionados con la forma como las víctimas responden o afrontan los acontecimientos maltratantes; respecto a lo cual se observa que las principales respuestas son de evitación, de aniquilamiento del yo, perdida de identidad, y de la capacidad de autodeterminación, para adaptarse a las exigencias del agresor, como estrategia de defensa que permita la supervivencia en medio del conflicto. Esta realidad encontrada conduce a considerar, que algunos rasgos de personalidad, pueden convertirse en factores de protección, mientras que otros son factores de riesgo que pueden generar vulnerabilidad.

               En relación con los principales factores de riesgo   de las víctimas,  encontrados  en la muestra   se destacan: a) agresividad e intolerancia, b)  baja autoestima (inseguridad, pasividad c) incapacidad de tomar decisiones autónomas, d)  dependencia  emocional y sexual, e) educación basada en estereotipos de género, f) Creencias  religiosas y sociales.

Conclusiones

Dentro de la variedad de daños generadas por la violencia conyugal; el daño psicológico (lesiones y secuelas), es el que mayor impacto genera en las víctimas, siendo responsable del desarrollo de conductas patológicas y desadaptativas, que afectan el bienestar integral y el adecuado desempeño de las personas en las diferentes áreas de su vida.

La adecuada evaluación del daño psicológico es un componente fundamental en el desarrollo de peritajes, en procesos judiciales donde están involucradas víctimas de violencia conyugal, especialmente en relación con la aplicación de los principios de la justicia restaurativa, para reparación integral del daño.

La relación entre los rasgos de personalidad y la dinámica de la violencia conyugal es uno de los aspectos que requiere de procesos cuidadosos de investigación.

El abordaje de la violencia debería conducir a los profesionales a cuestionar su saber y los métodos terapéuticos para situarse del lado de quien la padece sin adoptar al mismo tiempo una posición omnipotente.

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